miércoles, 13 de abril de 2011

EL SUME


Por: Javier “Sunshine II” Sánchez

En el año de 1935, cuando yo tenía 10 años, empecé a escuchar a mis papás de la necesidad de salir del lugar donde vivíamos, en el estado de Coahuila. 
Mi papá cultivaba en ese rancho lo que consumía la familia: maíz, frijol, papas y hortalizas; también criaban algunas especies de aves, como guajolotes, gallinas y cokenas. Tenía vacas finas que había traído del estado de Texas, donde vivió antes de casarse con mi mamá. Todo esto nos abastecía de alimentos muy nutritivos. Tenía también un "trapiche" (así le decían a una especie de molino movido por mulas, donde molían la caña y hacían la melaza y el piloncillo) adonde acudían los que sembraban caña y la procesaban pero no pagaban con dinero si no con la misma miel. Comida no faltaba, pero dinero sí y faltaba el dinero para los demás gastos. Las cosas se agravaron cuando el Presidente Lázaro Cárdenas hizo la repartición de tierras en ejidos y a mi papá no lo dejaron donde estaba, si no que le dieron tierra en un lugar árido y pedregoso donde no había agua. Ese fue el motivo principal que los hizo abandonar ese lugar.
Un hermano de mi mamá, Francisco Sánchez Quevedo “el tío Pancho”, que le gustaba exagerar las cosas, vino a Baja California  a conocer unas tierras que solicitaron al gobierno y mandó decir a mi mamá que aquí eran tierras de promisión, que se barría el dinero con la escoba y que había muy buenas escuelas. Esto último fue lo que más entusiasmó a mi mamá porque ambicionaba que todos siguiésemos estudiando, pero ¡oh, desilusión! Ni primaria había en el lugar a donde llegamos.
Para realizar el viaje mis papás vendieron en San Carlos todo lo que tenían; animales, aperos de trabajo, enseres de casa…todo. Iniciamos el viaje en una troca con redilas. Veníamos 21 personas en esa troca.
Pero lo más trágico fue cuando llegamos a un rancho llamado Sumi o El Sume. Ahí fue donde estaban las dichosas tierras. Pues allí llegamos a ese lugar todo polvoriento, sin casa, cansados del viaje. Había ahí una enramada de cachanilla, sin paredes llena de maquinaria vieja y le dijeron a mi mamá que por lo pronto allí nos acomodáramos.
Fue una gran tristeza, una gran desilusión y mi mamá dijo: "Nada más un año nos vamos a quedar aquí", pero eso fue para desahogarse de la mala impresión que le causó ese panorama, porque en San Carlos ya no teníamos nada, así que no hubo más que entrarle duro al trabajo.
Desmontar las tierras fue un trabajo muy duro. Entonces no había la maquinaria apropiada y tuvieron que hacerlo con hacha, machete, pico y pala. Mis hermanos mayores que tenían 15 y 16 años, trabajaron como adultos. En el verano mi papá los levantaba a las 4 ó 5 de la mañana para aprovechar las horas en que no se sentía tanto el calor.  
Llegamos en la noche del día primero de noviembre a Andrade (frontera con Los Algodones). Allí nos acomodamos como pudimos, para pasar otro día a Baja California. Cuando veníamos por Estados Unidos no vendríamos muy bien, pero como era carretera buena, no se desacomodaba nada, pero una vez que pasamos, todo saltaba dentro del troque, aquello parecía una licuadora. Había una plaga que le decían gusanos quemadores, todo estaba tapizado de ellos. En todos los años que tenemos aquí no he vuelto a ver otra plaga como esa. Yo creo que fue para darnos la bienvenida.
Pasaron como unos cinco años para que hubiera un poco de alivio en lo económico. En el transcurso de ese tiempo, apenas en diciembre de 1936, mi mamá se enfermó de pulmonía. En ese tiempo no había remedios eficaces contra esa enfermedad y se vio bastante mal. Con muchos trabajos la trajeron a Mexicali y Dios nuestro Señor le puso en su camino al Dr. Merino; médico muy considerado con la gente que no tenía dinero.  
Al siguiente año de que llegamos, se gestionó que enviaran a un maestro que atendía el primero y cuarto grados. La primaria la terminamos en Cuervos .
Con el esfuerzo de todos se fue mejorando la situación, hasta llegar a lo que actualmente todos conocemos.
Ahora reconozco que así como Dios le dijo a Abraham: "Deja tu lugar de origen y anda a la tierra que yo te mostraré", así a nuestros padres Dios los iluminó para salir de San Carlos y traernos a esta tierra, e igual que los Israelitas hemos peregrinado con mucho trabajo, a veces con desaliento y obras con optimismo para llegar a lo que somos actualmente: una familia numerosa, con aciertos y desaciertos, pero todos unidos con la ayuda de Dios. 
María Dolores Gaspar Vda. de Lozano.
Esto es El Sume, por lo menos para nosotros. Ahí empezó todo para nuestros padres y por eso Gustavo Gaspar Blanco y un servidor quisimos hacerle un pequeño nicho para recordarlo.
¿Tu qué cerveza nueva probaste esta semana?  Explora, diviértete, piérdete en la diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina. Paz y trabajo para todos.

Comentarios: javier@elsume.com



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