lunes, 23 de noviembre de 2009

BOTE O BOTELLA


Por: Sunshine II

Cuando la cerveza empezó a elaborarse hace miles de años, allá cuando nuestros amigos los sumerios dominaba parte de las tierras mesopotámicas, la consumían casi inmediatamente por varias razones. Las dos principales eran que la hacían esencialmente como alimento, igual que si estuvieran haciendo pan, y la segunda porque no había manera de almacenarla. Los grandes recipientes de barro que aparecen en algunos grabados de esa época nos indican que en ocasiones la transportaban y se la llevaban como alimento para ciertas travesías que duraban algunos días, pero eventualmente se echaba a perder.
A principios de la edad media en la zona norte de Europa central y occidental, cuando nacieron los estilos de cerveza que conocemos ahora, la cerveza seguía consumiéndose prácticamente en el mismo lugar donde se fabricaba. Cada casa, hostal o abadía en la que se fabricaba guardaba su cerveza en recipientes que a la postre se transformaron en barriles de donde se servía directamente cada que alguien quería echarse una cerveza. Gracias a estos barriles, transportarla a distancias mayores era posible pero no muy usual, ya que cada pueblo o ciudad fabricantes sus propios estilos de cerveza y no existía el concepto de distribución y comercialización que conocemos hoy.
Tuvieron que pasar muchos años para que los fabricante de cerveza encontraran formas de guardar su producto terminado en porciones individuales aguardando a que algún consumidor quisiera tomarla. Los avances tecnológicos de la revolución industrial del siglo XIX fueron determinantes para encontrar las dos nuevas formas de almacenar, transportar y consumir la cerveza conservando muchos de sus características originales. Evidentemente me refiero a las botellas y a las latas (o botes como les decimos comúnmente).
Se dice que el señor Alexander Newell fue al primero que se le ocurrió embotellar la cerveza – una Ale para ser más precisos- en la Inglaterra de la célebre “Queen Mary”. Newell era el director de el colegio St. Paul y maestro de la escuela Westminster. Esto sucedió, como tantos inventos que conocemos, gracias a una casualidad, ya que al tener la necesidad de guardar su cerveza favorita al señor Newwell se le ocurrió meterla en una botella de cuello largo y delgado a la que le colocó un tapón. A los días que volvió por ella “No encontró una botella, sino una pistola, tal fue el sonido que hizo al destaparla”. Desde entonces la botella se ha convertido en uno de los empaques más difundidos mundialmente.
Aunque el envasado puede hacerse a mano, y de hecho en algunas cervecerías artesanales lo hacen, esto resulta muy caro si los volúmenes de botellas se incrementa. La gran mayoría de las fábricas cerveceras utilizan máquinas de embotellado automáticas. Estas máquinas llegan a ser verdaderamente enormes sobre todo en aquellas macro cervecerías donde este proceso ocupa edificios enteros. Las instalaciones más grandes de líneas de embasado las tienen empresas como Anheuser Busch, Miller y Coors.
El color de la botella es importante para preservar el contenido. Los colores de vidrio más usados son el café, el verde y el claro. De estos colores, el que ofrece la mayor protección contra los efectos de la luz es el café, de ahí que sea el color más usado por las cervezas tipo Ale y las “All Malt”, que se alteran más fácilmente ante los efectos de la luz que las lagers ligeras. El vidrio claro frecuentemente es utilizado cuando el fabricante quiere que el consumidor vea el color y la transparencia de la cerveza, aunque su nivel de protección es menor. Existen botellas que son recubiertas con una película plástica y aquellas que siguen envasándose en recipientes de cerámica, como la Ale tipo Belga “Delirium Tremens”.
La lata, o bote cervecero, que ameritan de un proceso industrial tan complicado y grande como el embotellado en vidrio, fue durante muchos años desdeñada por mucho consumidores que percibían que el sabor del metal se pasaba a la cerveza. Definitivamente esto fue cierto durante décadas, sin embargo los avances tecnológicos han mejorado lenta pero radicalmente este proceso hasta alcanzar niveles de sofisticación y pureza impresionantes. El primer brinco verdaderamente importante en este sistema de embasado fue el uso del aluminio, que prácticamente no contaminaba el sabor del líquido y que resultaba ser mucho más liviano, más atractivo visualmente, fácil de transportar, enfriar y, sobre todo, es un material totalmente reciclable, algo muy importante para una industria que cada vez más le apuesta a las tecnologías “verdes”, o ecológicas. No contentos con los beneficios propios del aluminio, se ha seguido mejorando el proceso, logrando aislar totalmente el líquido del aluminio mediante procedimientos que colocan una…digamos, delgada “barrera” que recubre el recipiente por dentro, garantizándole al consumidor que lo que se está tomando es lo que originalmente se envasó. Tal es el caso de Ball Industries que desde hace algunos fabrica las latas de cervecerías como Oskar Blues Breweries.
Aunque muchos seguimos prefiriendo el sabor de la cerveza directamente sacada del barril, ya que nos ofrece una cerveza más fresca, es evidente que no siempre esto es posible. Sin embargo la botella o la lata nos ofrece una alternativa bastante buena y sobre todo accesible.
De nuevo los invito a que exploren. Hay muchas cosas interesantes por descubrir. Recuerden que el mundo de la cerveza no termina en la tienda de la esquina, en todo caso ahí empieza.

Sunshine II, comunicólogo, publicista, rockero y amante de la cerveza. ¿Algún comentario? Escríbele a javier@doblearticulacion.com
www.chevestuff.blogspot.com

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