viernes, 9 de octubre de 2009

LOS MONJES TRAPENSES Y LA CERVEZA


Sunshine II

En la edad media estuvimos a punto de quedarnos sin cerveza. Hasta la piel se pone chinita nomás de imaginarme lo que sería el mundo en nuestros días sin este vital líquido que hace tan felices a millones y millones de seres humanos. Lo paradójico de esto es que quienes salvaron al planeta de tal hecatombe fueron los mismos que siglos después lo condenarían airadamente: los católicos. O sea que podemos afirmar quede alguna manera fue la intervención divina lo que nos salvó de semejante tragedia.
La edad media trastocó en muchos sentidos el orden social. Muchas de las costumbres y prácticas comerciales de la época fueron afectadas y entre ellas, evidentemente, estaba la agricultura y por ende la producción de granos y cerveza. Las abadías cristianas se convirtieron entonces en centros agrícolas “protegidas” y además concentraron muchos de los conocimientos científicos ente los que se encontraba la producción de cerveza. Básicamente la producían por tres razones. La primera porque constituía un excelente alimento para los mismos monjes, sobre todo en las épocas cuaresmales de ayuno en las que no podían probar alimentos sólidos. El consumo dentro de esos centros religiosos alcanzó volúmenes impresionantes, ya que a cada monje se le permitía que tomara hasta cinco litro de cerveza diarios. La segunda razón es que se usaba como alimento para los muchos peregrinos que huyendo de las guerras y las persecuciones frecuentemente tocaban a las puertas de las abadías. Y la tercer razón, y quizá la más importante, fue que resultó ser una excelente fuente de financiamiento para esas comunidades religiosas. La venta en las cantinas de las abadías permitió a los monasterios acumular una gran cantidad de recursos económicos que fueron muy bien vistos y fomentados por las autoridades eclesiásticas. La censura cristiana al alto consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo de los protestantes, es una postura relativamente reciente.
Actualmente todas las abadías que producen cerveza son católicas romanas y son únicamente seis. Cinco de ellas se encuentran en Bélgica: Chimay, Orval, Rochefort, Westmalle y Sint Sixtus, en Westvleteren, y una en Holanda: Schaapskooi, en Koningshoeven. Todas pertenecen a la orden Trapense originalmente surgida en el monasterio Cisterciense de La Trappe, Francia cuyos monges huyeron a Bélgica y Holanda durante la revolución francesa. El término trapense es legalmente una denominación de origen y no un estilo de cerveza.
Todas las cervezas que estos monasterios producen tienen una serie de características comúnes: son Ales de fermentación alta y están acondicionadas en botella. Su sabor es fuerte y con abundantes sedimentos de levadura, afrutados y aromáticos. La mayoría son dulces aunque hay algunas secas. Estas cervezas no son tan fáciles de encontrar en restaurantes (bueno…en México yo diría que es imposible) aunque si vas a Estados Unidos no está de más preguntarle al mesero si las tienen. Lo más fácil es ir a tiendas especializadas, como BevMo en San Diego, donde permanentemente encontrarás una o varias de estas cervezas trapenses.
Es común confundir las cervezas trapenses con las denominadas cervezas de abadía. Sin duda hay elementos que las relacionan sin embargo éstas merecen por sí mismas un artículo que en un futuro le dedicaré.
Recuerden: el mundo de la cerveza no termina en la tienda de la esquina. Busquen, experimenten y sorpréndanse.
Por último quiero desearle la mejor de las suertes a mi amigo y Cheve Meister Mariano Rayón, quien se dará un entrón con nuestros amigos ensenadenses en su terreno en una plática dedicada precisamente a las cervezas trapenses.

Sunshine II, comunicólogo, publicista, rockero y amante de la cerveza. ¿Algún comentario? Escríbele a javier@doblearticulacion.com
www.chevestuff.blogspot.com

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